Los niveles de polen de la semana del 5 al 11 de junio se encuentran bajos excepto para las amarantáceas que el pasado miércoles alcanzaron un pico de 36 granos de polen por metro cúbico. El resto de la semana han oscilado entre los 22 y los 2 granos/m3.
El resto de las concentraciones más significativas han sido las de las de las ortigas (familia Urticaceae) con 9 granos/m3 y las del castaño con 7 granos/m3.
El castaño (Castanea sativa), muy probablemente, existió antes de la Edad de Hielo, y sobrevivió a la última glaciación extendiéndose por todo el mundo a partir de una población remanente del Cáucaso, su lugar de origen. El nombre de la especie de este árbol, sativa (‘cultivado’), indica que su distribución fue en gran parte asistida por los humanos. Algunas de las primeras referencias escritas provienen de la antigua Grecia y es muy probable que se introdujera desde allí a todo el Imperio Romano.
El castaño es un árbol imponente y majestuoso que pertenece a la misma familia que el roble y el haya, Fagaceae, y que puede llegar a ser muy longevo. Desafortunadamente, en la actualidad, sus poblaciones están disminuyendo, en parte debido a la falta de interés silvícola, pero también debido a una serie de patógenos fúngicos que les están causando dificultades.
Las hojas del castaño son oblongas, puntiagudas, con una base redondeada ligeramente asimétrica. Tienen bordes serrados con dientes afilados y son lisas en el lado superior, mientras que en el envés tienen una ligera pubescencia a lo largo de las venas.
Las flores masculinas se agrupan en amentos. Por otro lado, las flores femeninas tienen de siete a nueve estilos en la parte superior del ovario y el ápice de éstos está cubierto de pelos finos y sedosos que se extienden hasta la base. Sus flores son polinizadas tanto por el viento como por los insectos, por lo que se dice que poseen polinización anfífila. Cada fruto es lo que conocemos como castaña, que termina de madurar a finales de verano y se recoge entre octubre y noviembre.