Son varias las especies conocidas con el nombre de muérdago. También se les llama “viscos”, “ligas” y otros nombres vernáculos. Los muérdagos son plantas de la familia de la viscáceas (Viscaceae), que habitan y crecen sobre los árboles y arbustos a los que parasitan para sobrevivir.
Principalmente son dos las especies a las que hacemos alusión al hablar de muérdago: Viscum album L. y Viscum cruciatum Boiss. Aunque existen otras, como por ejemplo los “arceutobios” o “muérdago del Juniperus” (Arceuthobium oxycedri), otro género perteneciente también a las viscáceas.
Viscum album (muérdago o muérdago blanco) tiene bayas blanquecinas. Sus flores de color amarillo-verdoso, y parasita principalmente a Pinus y Crataegus. Su rango altitudinal oscila entre los 1000 y 1800 m. Podemos considerarla semi-parásita, pues sus hojas pueden realizar la fotosíntesis.
El muérdago colorado, también conocido como “tiña” o “marojo” (V. cruciatum) presenta bayas rojizas. Sus flores son algo mayores que las del muérdago blanco, parasita a Pinus, Crataegus, Olea y otras especies, y habita entre los 200 y 1700 m.
Las bayas del muérdago son tóxicas, y sus semillas se esparcen gracias a la acción de aves como mirlos o tordos, que sí que las comen y dispersan.
Desde muy antiguo, al muérdago se le atribuyen propiedades mágicas. En la cultura celta era común emplearlo en rituales destinados a buscar la fertilidad. Los galos lo veneraban, considerándolo un remedio universal. Hasta nuestros días han llegado supersticiones o tradiciones tales como colocarlos en la entrada de las casas o los dinteles de las puertas, pensando que así atraeremos la buena suerte.
Autor: Manuel Yuste